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Fin de fiesta.
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Se acabaron los excesos y los esfuerzos.
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Mientras me tomo a solas un frío sorbete de cava, pongo punto y final a la resaca frenética de estos días. He desecho perezosa el árbol que con tanta ilusión adorné y me zampo con nostalgia los últimos trocitos de turrón que quedaron en la bandeja para las ocasiones.
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Atrás quedan las conversaciones familiares, los cánticos imprescindibles de mi padre, los regalos sorpresa y la euforia que provoca unos vinitos de más.
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Sé que vuelve la "normalidad", el trabajo, el cole, el super, lo horarios apretados, el no tener tiempo para casi nada...
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Pero me incorporo ilusionada, una tenue señal, un café oportuno, nuevas caras, inciertas expectativas, te hacen ver la realidad de otro color, otra vez tirando a rosa.
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Comienzo estos días como mi princesita, deslizándome por el hielo, dejándome llevar, abriendo los brazos a posibles abrazos, disfrutando los momentos y sonriendo para atraer sonrisas.
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Os invito a hacer lo mismo...
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Mar
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