Hacía mucho tiempo que no dormía bajo las estrellas.
Un sofá de cojines blancos y envuelta en un gran pareo... Cerré los ojos para sentir el sonido de la noche tranquila y me dejé acurrucar por el calor.
De vez en cuando abría los ojos para adivinar alguna estrella y apreciar el color de un cielo que nunca llegó a oscurecer.
Me venció el sueño apacible.
A través de mis párpados pude notar la llegada de la luz, a golpes, marcando las horas que anunciaban el amanecer...
Mar