Un día de estos tendré que soltar el candado que oprime mi prudente garganta para decirte al oído lo indecible.
Cogerte por la espalda como tú me enseñas a abrazar, apartando tu pelo alborotado con la misma ternura con la que despeinas mi realidad.
Sentir que el amor habita entre tus dedos cuando me recorren sin prisa, tanteando el deseo y la desvergüenza.
Reír y ver la vida de color del mar, sin trucos.
Sí, tengo suficientes motivos para respirar y respirarte...
Mar