Me considero atrevida, pero al ver el puente destartalado sobre un caudal importante, decidí que era peligroso cruzarle... La dichosa prudencia!
Y de pronto apareció él...
Llegó en un ruidoso tractor. Se bajó y cargó sobre su espalda de aproximadamente 80 años, una paca de hierba que le cubría casi en su totalidad. Mis ojos no daban crédito... Tambaleándose al compás que marcaba el puente, de vez en cuando desenganchaba su cargamento cuando tropezaba con las cuerdas.
Como bien dijo Nieztche, "El que tiene un porqué, encuentra el cómo"
Mar